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Un año de experiencias en el Organismo Internacional de Energía Atómica. Por Andrea Nathalia Vargas Castillo.

Ser becaria Maria Sklodowska-Curie 2020, sin duda, ha sido una de las mejores cosas que me han pasado en la vida. Sin muchas expectativas, presente mi solicitud para hacer parte de ese grupo selecto de 100 mujeres alrededor del mundo que sería galardonada con un premio que, para mí, ha sido mucho mas que una beca.

Digo ‘sin muchas expectativas’ pues por mi mente se cruzaron muchos obstáculos que pensé, me alejarían de ser seleccionada. Cuestionaba mi experiencia y comparaba mis resultados académicos y de investigación, tal vez con mujeres más preparadas en países desarrollados. En mi imaginario, sus resultados eran más sobresaliente y seguro contaban con equipos de última tecnología para realizar sus investigaciones. Sin embargo, siempre es valioso intentar. En muchas ocasiones, el miedo o la incertidumbre nos impiden dar pasos importantes, pero la experiencia y el aprendizaje vienen precisamente de atrevernos a hacerlo.

Luego de terminar mis asignaturas de la Maestría en Física Medica en la Universidad Nacional de Colombia – Sede Bogotá y finalizar las mediciones de la tesis, me encaminé hacia una nueva aventura en mi vida, aterrorizada por todo lo que dejaba atrás, pero con la convicción de que sería una oportunidad única tanto para mi como para las mujeres de mi país, con miras a abrir las puertas de una organización de la que siempre hemos leído en libros y en recomendaciones internacionales.

Mirando hacia atrás y pensando en lo lejos que he llegado, sólo puedo sentir felicidad. Tenía mucho miedo de enfrentarme a este desafío. Un nuevo país tan lejos de mi familia y amigos, un nuevo idioma, un entorno diferente y más incertidumbres fueron las inquietudes que me vinieron a la mente.

Pero, una vez que aterricé en Viena (Austria), cosas buenas empezaron a suceder. Conocí amigos y personas que se convirtieron en mi familia y me brindaron el apoyo que necesitaba. Día a día pude acostumbrarme a cosas nuevas y utilizar todas mis capacidades para superar cualquier situación. Si no sabía cómo realizar una tarea, siempre encontraba una explicación clara con paciencia y una gran sonrisa.

Trabajar en el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) me enseñó no sólo metrología y dosimetría, sino también cómo trabajar en un entorno internacional y el valor de la colaboración. El OIEA, es un foro mundial en donde colaboran alrededor de 175 estados miembros y se dedica a la cooperación científica y técnica en el ámbito nuclear. El OIEA desempeña un papel crucial en la promoción de la paz, la seguridad y el desarrollo sostenible mediante el uso responsable de la energía nuclear. En resumen, trabajar en el Organismo además de ser una oportunidad invaluable para nuestro crecimiento personal y profesional, es también una forma de contribuir al bienestar global, es por ello que estoy inmensamente agradecida por esta oportunidad.

Hoy, me encuentro realizando mi primer año de doctorado en la Universidad Técnica de Praga (CTU in Prague), cada día aprovechando al máximo las oportunidades que me brinda la vida, aprendiendo nuevas técnicas, desarrollando nuevas habilidades y siempre pensando en cómo, desde el lugar en el que me encuentre, aportar a mi país y a mi Universidad. Esos dos lugares que están en un lugar especial de mi corazón y que me han hecho lo que soy hoy.

Con mucho cariño, envío un saludo inmenso a todas aquellas mujeres y niñas que sueñan con alcanzar sus objetivos, que trabajan con constancia y dedicación en un mejor futuro, sin olvidarse de vivir el presente. Mujeres y niñas valientes, que no se rinden ante una negativa, que no dejan que el miedo las paralice, les quiero decir que los sueños se cumplen, solo nunca dejen de intentar.

Andrea Nathalia Vargas Castillo

Física y Magister en Física Medica, Universidad Nacional de Colombia – Bogotá

Estudiante de doctorado en Física Medica, Universidad Técnica de Praga – República Checa